Los cuentos en “Debajo de las historias” describen situaciones que pueden observarse en lo cotidiano pero con una musicalidad diferente, donde los adjetivos hacen que la lectura se transforme en prácticamente una foto nítida del momento captado. El devenir de la narración entre lo literal y lo simbólico forman una amalgama perfecta donde el disfrute y la reflexión se acompañan. Cito a Delfina Muschetti en la descripción del recurso utilizado por la autora: “La función estética rige el cruce de estos materiales en la constitución del lenguaje literario: a partir de éste y su potencial de significado implícito –como veremos-, el texto finalmente propone un modelo de mundo que se superpone al que surge de las categorías del lenguaje natural y la experiencia cotidiana de la realidad, y lo confronta.” La producción del sentido del discurso poético Delfina Muschetti.
Imágenes, lugares particulares y familiares a la vez, lectura ágil, franca, donde el lector no se siente defraudado. Además de producir un placer estético, auditivo, visual, en definitiva, sensorial es como un portal a nuevos mundos pequeños y grandes donde los protagonistas desarrollan su vida interna y externa. Cito a Muschetti nuevamente: “El texto literario, decíamos, sienta su producción de sentido en lo no-dicho directamente por el texto. A partir del pacto de lectura (que marca la aceptación de las convenciones semiótico-literarias por parte de ambos sujetos de la comunicación discursiva) y en dependencia estrecha con la estrategia inferencial manejada por el lector empírico, el texto expande sentidos, cruza ecos de contextos lejanos, producen nuevas realidades, conmueve experiencias y visiones de mundo (…)”.
A través de sus páginas se destacan las pausas descriptivas en su perfecta dosis, ni largas que agobien, ni cortas que el significado quede incompleto. Éste recurso ayuda a un embracing del lector con la trama donde el pacto literario se refuerza más fácilmente. Cito ejemplo: en la novela “Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez, encontramos un ejemplo memorable de pausa descriptiva. En una escena, el autor describe la casa de los Buendía en Macondo; la descripción es tan detallada y vívida que se convierte en un personaje más de la historia. La casa, con sus habitaciones, pasillos y objetos, adquiere vida propia y se integra al tejido narrativo. García Márquez utiliza esta pausa para sumergir al lector en el mundo mágico y surrealista de su obra maestra.
El manejo de los colores, sobre todo el rojo, parece casi una toma fotográfica perfecta y dinámica donde el recurso del extrañamiento se vuelve extremadamente exquisito. El extrañamiento implica romper la familiaridad al enfocar el contenido de una historia desde una perspectiva nueva y sorprendente. Es como mirar con ojos frescos lo que ya conocemos, ofreciendo una visión diferente de lo cotidiano. Shklovski lo relacionó con la literalidad, que son los hechos lingüísticos que diferencian el lenguaje literario de otros (como el lenguaje cotidiano o visual). El extrañamiento busca des-automatizar nuestra percepción y presentar lo conocido de manera novedosa. La Autora logra plasmar dicho recurso en el pañuelo rojo y cada uno de los objetos que son presentados en su colección de cuentos. Por otra parte, el movimiento y las citas de autores y obras construyen un hipertexto que induce al lector a indagar en los libros nombrados.
Otro recurso utilizado es la humanización o personificación. Consiste en atribuir cualidades o acciones propias de seres humanos a animales, objetos o ideas abstractas. Es un recurso común en fábulas y relatos fantásticos. Guadalupe crea a sus personajes casi vívidos, concretos, palpables, visibles.
Sus relatos evocan a una narrativa poética donde lo real se mezcla con lo que no lo es. Autores a los que podría remitir sería imposible enumerar, desde los naturalistas franceses como Flaubert, también encuentro huellas de literatura norteamericana como Ernest Hemingway y F. Scott Fitzgerald que pertenecieron al movimiento de la Generación Perdida en la literatura. Este grupo de escritores y poetas, todos estadounidenses, se destacaron en la primera mitad del siglo XX. Si quiero buscar semejanza con autores más regionales podría nombrar a Saer por sus descripciones, Guillermo Martínez por su lenguaje universal y a Liliana Heker donde aparenta relatar un cuento cotidiano resultando luego sólo ser la punta del iceberg del texto en su totalidad.
Piglia me asistirá en ejemplificar el recurso de la autora: ejemplo de un cuaderno de notas de Chéjov: “Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida”. Aquí, la historia visible es la del hombre que gana y luego se suicida, pero la historia secreta es lo que realmente importa. La versión moderna del cuento, influenciada por autores como Chéjov, Katherine Mansfield y Sherwood Anderson, abandonan el final sorpresivo y la estructura cerrada. En cambio, trabajan la tensión entre las dos historias sin resolverla completamente. La historia secreta se cuenta de manera cada vez más elusiva. Por otro lado, autores como Kafka invierten la secuencia: cuentan con claridad la historia secreta y narran sigilosamente la historia visible hasta convertirla en algo enigmático y oscuro.
Para concluir, “Debajo de las historias” es eso: indagar, escudriñar y descubrir qué hay debajo de lo que la autora expone en la superficie. Frases de dos grandes de la literatura son para mí un summary de la escritora Guadalupe Valusso: “La literatura es el arte de descubrir algo extraordinario en lo ordinario” (Gustave Flaubert) y “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos” de Marcel Proust. Estas frases nos recuerdan que incluso las historias más sencillas pueden encerrar profundas verdades y experiencias significativas.